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Historia

Wayne Gretzky y la conquista del Oeste

El 9 de agosto se cumplieron 35 años desde que se produjera uno de los traspasos más importantes de la historia del deporte norteamericano. Analizamos las causas y las consecuencias de un movimiento impactante e inesperado que cambió el futuro del hockey para siempre.

En 1988, la NHL se encontraba en el cénit de su popularidad, similar y diferente al mismo tiempo de la fama actual. Era la década prodigiosa, la de los tanteos estratosféricos y el talento sin fin. Los point-per-gamers se contaban por docenas y la vieja escuela seguía imponiendo su ley. Noche tras noche, genios veteranos de la talla de Dale Hawerchuk, Denis Savard, Michel Goulet, Bryan Trottier, Peter Stastny o Bobby Smith se batían el cobre en el hielo con jóvenes figuras como Mario Lemieux, Luc Robitaille, Doug Gilmour, Joe Nieuwendyk o Patrick Roy. Pero, sobre todos ellos, se alzaba una estrella que brillaba mucho más que ninguna otra. El canadiense Wayne Gretzky, ‘The Great One’, imponía su ley temporada tras temporada y batía récords que parecían inalcanzables.

En aquel momento, Gretzky -de 27 años- ya era considerado el mejor jugador de hockey de todos los tiempos. Rapidísimo aunque de escasa corpulencia, era un center inteligente con una visión de juego casi sobrenatural que le permitía anticiparse a todo que ocurría sobre el hielo. Insuperable a la hora de dar el último pase, controlaba el disco como nadie y tenía una extraña pero asombrosa habilidad para jugar detrás de la portería contraria. Además, poseía una puntería perfectamente afinada que le convertía en uno de los mejores goleadores de la NHL.

Parecía imposible que los Oilers dejaran marchar a Gretzky, finalmente los astros se alinearon para los Kings y consiguieron al The Great One

Era el líder de los Edmonton Oilers, que se habían convertido en tiempo récord en una de las grandes dinastías de la historia de la liga gracias al enorme talento de su estrella y al gran trabajo de secundarios de lujo como Mark Messier, Jari Kurri, Paul Coffey o Glenn Anderson. Los Oilers acababan de ganar su cuarta Stanley Cup en seis años y nada hacía prever que el 9 de agosto de ese año fuera a estallar la bomba en forma de traspaso. Y mucho menos que ese traspaso tuviera como destino Los Ángeles.

Gretzky en su presentación con Los Angeles | sportsnet

Lo que en su momento se bautizó como ‘The Trade’ ha estado siempre rodeado de un cierto halo de misterio bien alimentado por la típica rumorología americana. Se han escrito libros y producido documentales en donde se desarrollan todo tipo de teorías conspirativas entre las que destaca, sobre todas ellas, aquella que afirma que el movimiento de Gretzky se debió a los deseos de su esposa, la actriz Janet Jones, de establecerse en Hollywood para triunfar en su carrera. En realidad, parece ser que lo único que ocurrió es que Peter Pockington, el dueño de la franquicia, necesitaba liquidez porque sus otros negocios no le iban demasiado bien y las cuentas no salían. Además, en el aspecto puramente deportivo, los Oilers podían sobrevivir sin ningún tipo de problema a la marcha de su ídolo. De hecho se volvieron a proclamar campeones dos años después con Mark Messier como capitán, mejor jugador y líder indiscutible del equipo.

Si California no tiene oro, el oro va a California

Los Angeles Kings, la otra parte implicada, era en 1988 el único equipo de la liga que representaba al oeste de los Estados Unidos -el llamado “cinturón del sol”- tras los traslados de los Colorado Rockies a Nueva Jersey y de los California Golden Seals a Cleveland (donde sólo duraron dos años antes de desaparecer), respectivamente. Su nuevo presidente y propietario, el millonario local Bruce McNall, quería convertir a una franquicia con una trayectoria bastante mediocre hasta entonces en un equipo aspirante a ganar la Stanley Cup, y Peter Pockington no desaprovechó la oportunidad.

Supuestamente, logró que Gretzky se sintiera despreciado durante una conversación telefónica con McNall y la estrella canadiense, hasta entonces reticente a abandonar Edmonton a pesar de que iba a ver triplicado su sueldo (de uno a tres millones de dólares), cambió de parecer de forma radical. Exigió que sus compañeros y amigos Mike ‘Special K’ Krushelnyski (un talentoso delantero centro pese a lo que pueda evocar su apellido) y Marty McSorley (su guardaespaldas sobre el hielo y, posiblemente, uno de los enforcers más sucios y peligrosos que han jugado jamás en la liga) le acompañaran a Los Ángeles. A cambio, los Oilers recibieron 15 millones de dólares y a los jugadores Martin Gelinas (que aún no había debutado con los Kings) y Jimmy Carson (la estrella del equipo con 107 puntos anotados aquel año), además de las elecciones de primera ronda de los draft de 1989 (posteriormente vendida a los Devils, que eligieron a Jason Miller), 1991 (Martin Rucinsky), y 1993 (Nick Stajduhar).

Gretzky, aún joven y en plenas facultades, no se fue a California de vacaciones. Jugó siete temporadas y media a un buen nivel (las cinco primeras fueron extraordinarias) y en 1993 llevó a los Kings a las primeras Finales de su historia, aunque fueron ampliamente superados por los Montreal Canadiens de Patrick Roy y Vincent Damphousse por 4-1 (en el quinto partido, Gretzky fue defendido de tal manera que ni siquiera logró tirar entre los tres palos). A mitad de la temporada 1995-1996, el canadiense, harto de jugar en Los Ángeles, forzó su marcha a los Saint Louis Blues para formar junto a Brett Hull una dupla atacante que nunca llegó a cuajar.

Gretzky con los Kings | Sportsnet.com

Jamás un traspaso causó tanto impacto en la historia del deporte norteamericano como el de Wayne Gretzky a los Kings. De hecho, cambió el hockey estadounidense para siempre. A raíz de su llegada a California se triplicó el número de niños que practicaban este deporte en este estado (de 3.000 a 12.000), dando pie a la creación de una auténtica cantera que hoy ya ha comenzando a dar sus frutos (Jason Robertson entre muchísimos otros).

Su estancia en California impulsó a la NHL hacía cotas de popularidad nunca antes vistas en los EEUU

Además, la popularidad de este deporte se extendió con rapidez por todo el oeste y suroeste del país, lo que facilitó enormemente que el hockey conquistara territorios que antes parecían imposibles. Anaheim, San José, Dallas, Las Vegas, Phoenix (donde Gretzky ejerció como entrenador durante cuatro años) y Denver (con Colorado Avalache) poseen hoy franquicias ganadoras (cuatro de ellas han alzado la Stanley Cup) gracias, en gran medida, al valioso legado de ‘The Great One’. La NHL, siempre a rebufo del resto de las grandes ligas americanas, encontró en este canadiense de Brantford, Ontario, la llave para seguir creciendo en territorios donde el hielo sólo se encuentra en las montañas.

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