Os estaréis preguntando: ¿cómo es posible que la serie de moda, de la que están hablando celebridades como Pedro Pascal o Ayo Edeberi, vaya sobre hockey y en NHLmania todavía no nos hayamos contado nada?

¿Por qué, si los equipos de la NHL están poniendo el trailer en los partidos y en la PWHL les preguntan a las jugadoras sobre la serie, nuestra página de confianza de hockey todavía no tiene artículo sobre el tema en la serie «El hockey en la pantalla»? No tengo excusa para la tardanza, pero no os preocupéis, que ha llegado el momento. Vamos a hablar de Heated Rivalry.
A estas alturas, no será sorpresa para nadie que leo mucha romántica de hockey. Os he hablado de Pucking Around, he escrito sobre Todo en la vida, he analizado el fenómeno en su parte buena y su parte mala. Y, evidentemente, estoy enganchadísima a esta serie creada por Jacob Tierney (cocreador y director de Shorsey) y basada en los libros de Rachel Reid.
Game Changers
Empecemos por el principio. Game Changers es una serie de seis libros, donde cada uno narra la historia de una pareja gay en la que uno o ambos son jugadores de hockey. La saga recibe el nombre del primer libro, Game Changer (2018), en el que Scott Hunter (François Arnaud en la serie televisiva), capitán de los New York Rangers Admirals, consigue salir de una mala racha sin marcar tras beberse un batido de arándanos y plátano. Como buen jugador de hockey supersticioso, decide que va a tener que beberse un batido como ese todos los días. Que el dependiente de la tienda de batidos sea un estudiante de arte monísimo llamado Kip (Robbie G.K.) no tiene nada que ver…

A partir de ahí se crea todo un universo de jugadores, tanto de Nueva York como de otros equipos, que encuentran el amor mientras luchan por ganar la Copa.
En mi humilde opinión, el mejor libro de la saga es el segundo, Heated Rivalry, y parece que Jacob Tierney ha estado de acuerdo, porque se ha saltado el primero y ha decidido hacer la serie de este segundo libro, aunque sin ignorar la historia de Scott y Kip.
Heated Rivalry
Todo el mundo sabe que Shane Hollander (Hudson Williams) e Ilya Rozanov (Connor Storrie) van a quedar primero y segundo en el Draft, pero nadie se pone de acuerdo en quién es mejor, si el clásico good Canadian boy o el ruso llamativo y desvergonzado. Lo que la gente no puede imaginar es que, entre rumores de rivalidad en el hielo y a pesar de la turbulenta historia de los equipos que los van a elegir (Montreal y Boston), Hollander y Rozanov tienen un tipo de tensión distinta cuando se quitan los patines (y todo lo demás).

La serie sigue la historia del libro con bastante fidelidad. Vemos a los dos chavales conocerse en World Juniors e ir encontrándose con los años en partidos, eventos y All Stars. Poco a poco, se va desarrollando su relación, que pasa de lo puramente físico a algo más, siempre con la presión de tener que esconderse y mantener la fachada de rivalidad que la liga y los medios alimentan.
Lo que la gente no puede imaginar es que, entre rumores de rivalidad en el hielo, Hollander y Rozanov tienen un tipo de tensión distinta cuando se quitan los patines (y todo lo demás).
Además de los dos protagonistas y los actores de los dos principales del primer libro, el elenco se completa con Christina Chang como Yuna Hollander, Dylan Walsh como David Hollander, Ksenia Daniela Kharlamova as Svetlana Sergeevna Vetrova, Kolton Stewart como Carter Vaughn, Nadine Bhabha como Elena Rygg, Matt Gordon, Sophie Nélisse como Rose Landry, Callan Potter como Hayden Pike y Franco Lo Presti como Cliff Marleau. Y, como no podía ser de otra manera en una serie canadiense, tenemos cameos interesantes, como el presentador de TSN Conor McKenna y el jugador de hockey Harrison Browne, primer jugador profesional trans, ahora actor, autor y activista. El mismo director, Tierney, hace de director de un anuncio que graban Shane e Ilya en el primer capítulo.
¿Y el hockey?
No hay muchísimas escenas en las que jueguen al hockey (puede que sea cuestión de presupuesto), pero en general se nota que la gente que hay detrás sabe de lo que habla. Tanto Rachel Reid como Jacob Tierney son grandes aficionados a este deporte (ambos de los Montreal Canadiens). La serie da por hecho que su público ya entiende cómo funciona el hockey (o no le importa no entenderlo 😅, como a varios de mis amigos, aunque yo estoy aprovechando para contarles todo lo que puedo), así que te presenta toda la ambientación (Draft, ASG, los premios, la rivalidad histórica entre Boston y Montreal) sin muchas explicaciones.

La vida de los jugadores se presenta de forma bastante realista (vuelos, hoteles, entrenamientos…) y los partidos que sí que se ven destacan las características del hockey: son escenas rápidas y físicas, muy intensas. Tengo que señalar también el papel de los medios, en especial, el podcast ficticio Man on the Crease, que ejemplifica a la perfección la forma en la que la prensa puede estirar o exagerar una narrativa. Incluso las cositas que resultan poco realistas (por cómo estira el portero de los Montreal Canadiens Metros, ese pobre equipo no debería poder ganar una Copa, mucho menos dos, por ejemplo) son entretenidas de ver desde el punto de vista de un fan.
Además, la historia trata un tema que, tristemente, sigue siendo muy de actualidad. La NHL es la única liga de las grandes de Norteamérica que no ha tenido ni siquiera un jugador retirado que haya salido el armario. A pesar de los avances que hubo en la década pasada, parece que incluso se están dando pasos atrás, con los equipos eliminando actividades de inclusión y diversidad. En 2010, un documental sobre Brendan Burke (hijo de Brian Burke, jugador de hockey y activista gay que murió en 2010) exploraba esta situación, y no podemos decir que haya cambiado mucho la cosa en los últimos quince años.

De todas formas, aunque la homofobia en la liga está presente en la narrativa, la serie no hace mucho por mostrarla y es verdad que, a veces, quizás podría hacer un mejor trabajo en enseñar por qué los jugadores tienen tanto miedo a salir del armario (sin necesidad de recrearse, claro). Los que seguimos el hockey lo sabemos, pero es posible que el espectador no fan no entienda la magnitud del asunto.
Y no queda todo ahí, porque Shane es de ascendencia asiática, por lo que la serie aprovecha también para abordar la falta de diversidad racial en la NHL (perdón, la MHL). No ahonda mucho en el tema, pero está ahí y no se puede ignorar.
Recepción
La serie lo está petando en todo el mundo. Antes de que Crave, la plataforma canadiense que la produce, la sacara, ya se habían vendido los derechos a HBO Max para emitirla en Estados Unidos y Australia, y a Movistar Plus+ para España (saldrá en unos meses). Desde que empezara la serie a finales de Noviembre, con sus capítulos semanales, la lista de países no deja de subir.
Revistas y publicaciones de todo tipo no han tardado en solicitar entrevistas con los actores principales. Una canción solo tiene que salir en la serie para escalar posiciones en las listas de más escuchadas. El libro se ha agotado en físico en todas partes y el libro electrónico está el primero en ventas en Amazon. En España, Montena anunció el mes pasado que ha comprado los derechos para su traducción y publicación.
Por si fuera poco, en el momento de escribir estas líneas, el capítulo 5 de la serie ha empatado con el capítulo 14 de la 5 temporada de Breaking Bad como el capítulo mejor valorado de la historia de la televisión en IMDb. Al final, actores famosos, cantantes, cuentas de cotilleos, drag queens… todo el mundo tiene algo que decir sobre esta serie.
Y el mundo del hockey no se ha quedado atrás. Aunque la NHL en general no ha mostrado mucho interés (ya hemos comentado lo del temita de la homofobia…), la noche que los Montreal Canadiens celebraron su Pride Night invitaron a varios actores de la serie e incluso proyectaron el tráiler.
En la PWHL, las Victoire de Montreal invitaron a Rachel Reid a leer la alineación inicial y los estadios de toda Norteamérica han empezado a poner las canciones de la serie.
Y más de un reportero y podcast de hockey han mencionado la serie. Por ejemplo, los chicos de What Chaos incluso debaten cada capítulo con todo detalle, han invitado a Jacob Tierney a hablar en su pódcast y están ayudando a los fans nuevos a elegir equipo, mientras que Sara Civian se dedica a contestar las dudas sobre hockey que puedan tener los espectadores.
Por último, no puedo terminar sin hablar de Brock McGillis, que jugó en la OHL y ahora es activista. El portero ha comentado lo fiel que es la historia a la experiencia de un jugador de hockey gay (al menos, la suya, a pesar de las críticas que la serie ha recibido de otras partes de la comunidad).
Queda Heated Rivalry para rato
En resumen: La serie es intensísima y engancha de una forma que hacía mucho tiempo que no veía (ni sentía). Los actores han hecho un gran trabajo (¿podemos hablar de que Connor Storrie no sabía ruso antes de la serie y ahora se marca monólogos?) y se notan el esfuerzo, el cariño y el cuidado que se han puesto en producción, dirección, etc. Gracias a todo esto, los ojos del mundo están fijos en nuestro deporte y es nuestra oportunidad de, como suelen decir en inglés, grow the game.
Poco después del estreno se confirmó que se había renovado para una segunda temporada basada en el sexto libro de la saga Game Changers, The Long Game, que es la secuela directa de Heated Rivalry. No se empezará a rodar hasta el verano, por lo menos, así que tenéis tiempo para ver los seis capítulos de esta serie que ha conquistado el mundo. Eso sí, advertencia: la serie es explícita. Mucho. Avisados quedáis.
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