
Una de las cosas que más llaman la atención del reglamento del hockey, es que el tiempo de juego se reparta en tres periodos, un número impar que lo convierte en una rara excepción dentro de los deportes de equipo modernos, ¿hay un por qué?.

Estamos acostumbrados a la hora de ver deportes de equipo con su duración controlada por reloj a que estos duren dos periodos, o incluso cuatro pero con un descanso mayor entre los dos primeros cuartos y los segundos, una estructura simétrica que encaja con la filosofía de igualdad de oportunidades a los contendientes que reina en la competición moderna.
Al principio los partidos de hockey contaban con dos periodos a diferencia de los tres actuales
Pero llega el día en el que muchos ven su primer partido de hockey y tras el final del tercer periodo vemos que no solo los jugadores toman rumbo al vestuario con su aura competitiva disminuida si no que el público de forma masiva toma el camino de salida indicando que todo ha acabado, que no hay más juego, porque un partido de hockey hielo se divide en tres periodos.

Al principio fueron dos
Cuándo los pioneros del hockey en la segunda mitad del siglo XIX empezaron a jugar, imitaron la estructura de partido de otro deporte que daba sus primeros pasos por aquella época también, el fútbol, dividiendo el tiempo de juego en dos partes con un descanso entre ambas. En 1875 el deporte pasó de las superficies heladas al aire libre a jugarse en pabellones de patinaje cubiertos, una superficie limitada frente a las grandes extensiones de los ríos y lagos helados que abundan en Canadá en sus fríos inviernos, y en las que con solo desplazarse unos metros ya se tenía una nueva superficie lista para jugar.
Treinta minutos de hockey degradaban el hielo en demasía, afectando a la fluidez del juego y aumentando el riesgo de lesiones perfectamente evitables
El hielo de esas primeras pistas artificiales estaba lejos de las superficies pulidas y planas que disfrutamos hoy día. Antes de su mecanización, era un proceso manual que se iniciaba con un rastrillo tirado por un tractor que raspaba el hielo. Seguidamente se recogía la nieve creada con palas y se vertía agua que se empujaba con escobillas de goma y finalmente se superponía una última capa de agua limpia que formaba la nueva superficie. Un proceso que requería aproximadamente una hora de tiempo.

Haciendo de la necesidad, virtud

Sería en 1910, en la primera temporada de la National Hockey Association, precursora de la NHL cuando llegaría la novedad que convertiría al hockey en un deporte estructurado de forma diferente. Serían dos grandes figuras de la historia del hockey, Frank y Lester Patrick los que llevarían a la práctica la división del juego en tres periodos de veinte minutos. No siempre las que parecen grandes ideas sobre el papel, lo son en la realidad, pero una vez que se empezó a hacer, se vio que las ventajas eran ciertas.
En primer lugar, diez minutos menos de juego por periodo hacían que la pista estuviera menos deteriorada al final de los mismos, favoreciendo el desplazamiento del puck y disminuyendo el riesgo de lesiones para los jugadores, que además podían jugar de manera más intensa con la reducción de tiempo. Además el incremento del tiempo de descanso, favorecía un mayor rendimiento de los jugadores, hay que recordar que los jugadores de esa época no eran los deportistas dedicados y entrenados que son hoy en día, y también permitía a los entrenadores hacer ajustes tácticos más elaborados que los que se pueden hacer en plena acción.
Las especiales características de la pista de hielo dieron lugar a la particular división del tiempo de juego de los partidos de hockey
Y no olvidemos una razón que en principio puede ser complementaria, pero que en una liga profesional es prioritaria, el dinero. Un periodo de descanso extra, era una oportunidad más para que los espectadores se acercaran a los puestos comerciales del estadio y gastarse un buen dinero adicional al del billete de admisión en el estadio.

Esta fórmula de tres periodos se mostró desde el principio como óptima en cuanto a duración total en tiempo real del partido, que no podía durar eternamente, y fluidez del juego por lo que en ningún momento se pensó en reformular la división del juego en cuatro periodos al estilo del baloncesto o del fútbol americano quedando esa maravillosa anomalía que es otra de las características que le dan su personalidad especial a este deporte.
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