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Historia

Larry Robinson, el puente para la dinastía de los Devils

El canadiense mostró cómo ganar la Copa en 30 partidos.

Larry Robinson. Getty Images

Existen pocas figuras en el hockey sobre hielo moderno que conecten y redefinan su historia de la manera en la que lo hizo Larry Robinson. El canadiense, un defensa miembro del Salón de la Fama y cuyo currículum como jugador ya le había asegurado su presencia en la memoria del deporte, extendió su influencia detrás del banquillo.

La carrera como entrenador de Robinson moldeó equipos campeones y estabilizó franquicias en momentos turbulentos. La presencia del natural de Ontario radicaba en la calma de su voz ante vestuarios frenéticos, en los que ejerció de mentor con experiencia para dejar huella como un arquitecto que se servía de la estructura y la seguridad para encontrar los resultados positivos. Desde sus papeles como ayudante hasta sus breves pero vitales etapas como head coach, Robinson construyó una identidad táctica cimentada en el respeto, la claridad y la convicción constante.

Robinson equilibraba la estructura con creatividad y animaba a sus defensas a tomar decisiones cuando surgía la oportunidad

Así, Robinson accedió a la rueda de técnicos de National Hockey League (NHL) poco después de su retiro en 1992. En primer lugar, el canadiense se incorporó como asistente a los New Jersey Devils, donde ganó la primera Stanley Cup del club en 1995, antes de asumir las riendas de los Los Angeles Kings durante cuatro temporadas. La adaptabilidad y un instinto innato para la comunicación —entendía la psicología de los grandes jugadores, como él había sido— definieron los primeros años de Robinson, aunque su regreso a New Jersey configuró su legado definitivamente. Los Devils de finales de los años 90 destacaban por su disciplina defensiva y una estructura rigurosa en la que el norteamericano encajó. No obstante, la tensión que rodeó al equipo durante la campaña 1999-2000 culminó en el despido de Robbie Ftorek con apenas nueve partidos restantes, motivado, principalmente, por sentar en el banquillo a Ken Daneyko, que se encontraba a solamente dos encuentros de su millar de apariciones en la NHL, lo que le costó celebrar el hito ante la parroquia local. El presidente, Lou Lamoriello, eligió a Robinson para calmar las aguas y redirigir la nave.

La segunda Stanley Cup de los Devils

El resultado de la decisión supuso uno de los giros más notables en la historia reciente de la NHL. Bajo la batuta de Larry Robinson, los Devils se estabilizaron rápidamente y redescubrieron la cohesión que les había esquivado en las semanas anteriores. El cambio fue inmediato: Robinson simplificó el mensaje, restableció la confianza dentro del vestuario y empoderó a veteranos como Scott Stevens, Scott Niedermayer y Martin Brodeur para redirigir la identidad del equipo. Los Devils florecieron en los playoffs y escribieron una historia dramática subrayada por una remontada desde una desventaja de 3-1 ante los Philadelphia Flyers en la final de la Conferencia Este. Eventualmente, New Jersey derrotó a los Dallas Stars en seis partidos para ganar la Copa del 2000 —el segundo campeonato de la franquicia y el principal hito del entrenador canadiense. Pese a que Robinson asumió el papel en medio de una crisis, su liderazgo enderezó el rumbo de la organización como un pilar del club.

Larry Robinson y Lou Lamoriello en 2025 | Rich Graessle

Los años en Nueva Jersey moldearon la reputación de Robinson de una manera especial. El técnico natural de Ontario se convirtió en sinónimo de estabilidad, a menudo invocada en momentos en los que los Devils necestiban un faro —bien como entrenador asistente, bien como consejero o líder interno. El estilo de Robinson también dejó una longeva huella en la identidad defensiva del equipo, particularmente en la enseñanza de los jóvenes zagueros y en la manera de afrontar el juego de transición. Los jugadores confiaron en su mezcla de instrucción técnica e inteligencia emocional. Incluso cuando el norteamericano encontró el éxito más tarde como asistente en San José, a través de diversas campañas de eliminatorias con los Sharks, la columna vertebral de su perfil táctico permaneció en los valores que introdujo en los Devils: consistencia, preparación y respeto por los detalles.

De la disciplina a la inteligencia

La filosofía de Larry Robinson como entrenador reflejaba su estilo de juego propio de un miembro del Salón de la Fama. Los equipos del canadiense acentuaban la disciplina posiciones, el control del puck y la responsabilidad colectiva en las tres zonas. Con todo, Robinson equilibraba la estructura con creatividad y animaba a sus defensas a tomar decisiones cuando surgía la oportunidad. El énfasis del norteamericano en los contraataques limpios y las transiciones con sentido otorgaban frecuentemente a sus conjuntos la ventaja táctica. Durante la consecución de la Stanley Cup del 2000 por parte de los Devils, los jugadores mencionaron repetidamente su capacidad para disipar la presión y simplificar el momento para impulsar las fortalezas del equipo.

Larry Robinson en 2005 | Mike Stobe

La trayectoria de Robinson como técnico no se equipara a la longevidad de algunos de los entrenadores más veteranos de la liga, pero su impacto resuena a través de los equipos y jugadores que dirigió. El legado del natural de Ontario se extiende más allá de la Copa que levantó detrás del banquillo en el 2000, aunque aquel triunfo —y las circunstancias que lo rodearon— permanece como su capítulo definitorio. El canadiense restableció la estabilidad en un vestuario agitado y reforzó la cultura en Nueva Jersey para recalcar la confianza y la creencia en el grupo. En una época fundamentada cada vez más en el dato y en los frenéticos cambios tácticos, Larry Robinson representa la prueba de una verdad duradera: el liderazgo transmitido con claridad y calma puede cambiar una temporada e incluso el destino de una franquicia.

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