Una sonrisa que muestra una dentadura mellada, ojos morados, heridas cerradas con puntos, señales de lucha que aparecen a veces al mirar las caras de jugadores de hockey, y no parece que vayan a desaparecer.

Si recurrimos a las imágenes de archivo que se han acumulado a lo largo de la historia del deporte, es fácil encontrar imágenes a las que es fácil añadir el adjetivo de épicas, cuando la seguridad de los practicantes no era una prioridad, ni siquiera una opción y en su mayoría en un blanco y negro que nos remite a los pioneros del deporte.
El contacto físico y la exigencia del hockey hace que sus practicantes tengan una escala del dolor diferente a la de otros deportistas
Pero en pleno 2025, no solo en color, si no en alta definición, todavía tenemos esa épica al menos en un deporte que nos ofrece momentos que exceden la entrega deportiva, podemos ver volar los dientes, los puntos cosidos en la cara tras el impacto de un puck o del stick en un rostro que solo está cubierto parcialmente por el visor, y a día de hoy no parece haber fecha de caducidad para esas imágenes en el mundo del hockey.

Valor o temeridad
El hockey es un deporte que imprime carácter, incluso en las categorías en las que las cargas no están permitidas, el contacto físico es inevitable. Desde el principio, los practicantes de hockey aprenden que la primera acción tras caer es levantarse, que ante el empuje del rival se reacciona en contra. Para sobrevivir en el hielo solo el cien por cien de esfuerzo es la única cifra aceptable de rendimiento para no ceder ante el rival y porque la exigua diferencia entre 100 y 99,9 es también la diferencia entre salir entero o lesionado de un partido.

Todo esto, que son aceptados como fundamentos del hockey, no implica que la seguridad de los jugadores no sea importante, de hecho el próximo torneo olímpico hará efectiva la obligatoriedad de la protección del cuello para todos los jugadores. incluidos los profesionales de la NHL que no están sometidos a esa norma. ¿Por qué no proteger también el rostro?
A pesar de que sin duda alguna los visores mejoran la protección, están lejos de ser infalibles, un stick en alto o una pastilla en vuelo ascendente pueden hacer daño, aunque el hecho de que este no haya sido mortal hasta ahora, ha relativizado la importancia de estas lesiones.
Apariencia frente a realidad
Una cosa es cierta, las lesiones que se producen en la cara son muy aparentes, pero igualmente cierto es que esas heridas rara vez retiran a un jugador de un partido o incluso de su carrera. Y no olvidemos que incluso en los partidos informales entre amigos, las «heridas de guerra» se muestran con orgullo y como muestra de entrega en el hielo, y esto es aún más evidente en los profesionales. Por parte de la liga no hay ningún interés en ocultar la cara de los jugadores, gran parte de la promoción de la misma se basa en la venta de la imagen de las figuras de la liga, y esta es una tarea más fácil con la visión de los rostros de los héroes de los aficionados. Para los dirigentes, la prioridad respecto a la cabeza es evitar las conmociones y para eso ya está el casco junto a los protocolos de salud al respecto.
Ni la NHL ni la NHLPA se plantean a día de hoy ir más allá del visor en lo que se refiere a la protección facial
La parte principalmente afectada, que son los jugadores tampoco están por la labor de buscar la protección facial completa, de hecho en cuanto tienen la posibilidad de deshacerse de ella lo hacen. Comodidad, mayor campo de visión, y el minúsculo número de partidos que los jugadores llegan a perderse en incidentes que afectan al rostro han evitado que esta protección se convierta en un tema de debate en las sucesivas negociaciones del convenio colectivo.
Al final una mezcla de intereses comerciales, tradición, valentía, fuerza, búsqueda del mayor rendimiento y por qué negarlo, de desprecio al riesgo, hacen que la cara que muestra el hockey, tenga un aspecto particular y reconocible incluso para aquellos que apenas conozcan el deporte.
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