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Historia

‘La rebelión de Richard’, la noche en la que el hockey fue más que un deporte

El 17 de marzo de 1955 la sanción por parte de la NHL a Maurice Richard, estrella de los Montreal Canadiens, fue el detonante para que el descontento de la población francófona de Quebec saliera a la luz en forma disturbios que conmocionaron al Canadá entero e iniciaron un cambio social necesario.

Hay hechos que marcan un antes y un después en la historia de un país, y no es de extrañar que en Canadá, donde el hockey forma parte de su identidad, y aún más para Quebec, el estado de alma y cultura francófona, el catalizador de ese cambio fuera este deporte. Esto junto al momento social que se vivía en la provincia, explican la airada reacción de los asistentes al partido que enfrentaba a los Canadiens contra los Red Wings en aquella noche del día de San Patricio y que llegaría a tener nombre propio, el de Maurice Richard.

Quebec, años 50

Tras la Segunda Guerra Mundial, Canadá, retomaba el camino de la paz y dejaba atrás los sacrificios exigidos para salir victoriosos del conflicto. En Quebec, a pesar de eso aún estaban lejos de recuperar la sonrisa, ya que aún siendo la punta de lanza de la industria de Canadá, de los hilos tiraban empresarios anglófonos, tanto nacionales como estadounidenses que invertían en su vecino del norte.

Aún siendo la mayoría, la influencia socioeconómica de la población francófona de Quebec era mínima

La población francófona se veía relegada al rol de ejercer de mano de obra, el piso bajo de la pirámide social, que veía en los jugadores de Montreal Canadiens y en particular en Maurice Richard al héroe que con sus goles los ponía al mismo nivel que los anglófonos.

Maurice era toda una icona para los francófonos | TPP

Boston, la gasolina del incendio

La temporada regular 1954-55 daba sus últimos coletazos, Montreal mantenía un duelo en el filo de la navaja con Detroit Red Wings por alcanzar la cabeza de la liga y con ello la ventaja de jugar en casa en toda la postemporada, mientras Boston, más abajo en la clasificación, buscaba subir puestos para tener la mayor ventaja de campo posible en los duelos definitivos por la Stanley Cup. Así que el duelo entre Bruins y Canadiens tenía todos los ingredientes para convertir al Boston Garden en una olla a presión.

Maurice Richard, no solo era famoso por ser una máquina goleadora, si no por su bravo carácter que no le hacía retroceder ante nada, y eso le convertía en objetivo de todos los “enforcers” rivales que ya fuera a través de los insultos o de los golpes trataban de sacarlo del partido.

Maurice Richard era consciente de su carácter, pero sus intenciones de actuar más fríamente desaparecían en cuanto saltaba al hielo, y sus rivales lo sabían

Ese partido no fue una excepción, en el transcurso del mismo, Hal Lychoe, defensa de Boston golpeó con su stick en alto en el rostro de Richard, el árbitro alzó el brazo para anunciar la penalización diferida ya que el disco seguía en poder de los Habs, tocando el silbato una vez que la jugada terminó. Esa fue la señal para que el carácter de Richard explotase y saliese a la búsqueda de Lycoe para cobrarse su revancha y le devolvió el golpe en la cara y rompiéndole el stick posteriormente en el cuerpo. Cliff Thompson, juez de línea en el partido trató de separar a los jugadores llevándose dos puñetazos de Richard en el fragor de la pelea que le noquearon. Richard fue expulsado y multado automáticamente con 100 dólares (equivalentes a 1.200 de hoy día).

El incidente de Boston | CBC

En el vestuario el delantero de Montreal recibiría cinco puntos de sutura para cerrar la herida en su frente, pero no sería ese el final de todo el asunto. Los compañeros de «Rocket» evitaron el arresto de su compañero por parte de la policía de Boston atrincherándose y asegurando a las autoridades que la NHL tomaría las medidas disciplinarias correspondientes.

La mano dura de Clarence Campbell

La gravedad y repercusión del incidente hizo que el entonces presidente de la NHL abriera un proceso de audiencia para estudiar la aplicación de sanciones adicionales a la conducta del goleador de Montreal. En su testimonio, Richard no negó sus acciones sobre Lycoe, pero si trató de exculparse en su acción sobre el juez de línea afirmando que confundido en la intensidad de la lucha no advirtió su rol de árbitro y creyó que era otro jugador de los Bruins metido en el altercado.

Caricatura de la época | YTG

Pero el pasado de Maurice Richard, que ya en diciembre abofeteó a otro árbitro más la formación jurídica de Campbell añadida a su pasado como prestigioso árbitro de la NHL jugaron en su contra, Maurice Richard no podría jugar los tres partidos de liga regular que le restaban a su equipo y tampoco en los subsiguientes playoff. Campbell apoyó su decisión en el incidente de tres meses antes que en su opinión mostraba el desprecio de Richard por la figura arbitral, y que si no fue a más, fue debido a la reacción más eficaz de los que separaron a agredido y agresor, y que por tanto los puñetazos sobre Cliff Thompson lejos de ser un error se lanzaron con toda la intención de agredirle.

Esta fue la sanción más dura que promulgó Campbell en su largo mandato como cabeza de la NHL, y en tanto en cuanto los jugadores todavía no contaban con la NHLPA (el sindicato de jugadores) como escudo, el castigo era inapelable. El mundo del hockey se partió en dos, por un lado los seguidores de los Canadiens y la comunidad francófona que la consideraron un castigo más a los suyos y por otro el resto de la liga que llegó a tachar la medida incluso de corta.Los ingredientes para los disturbios estaban listos, solo faltaba el fuego para terminar de cocinarlos.

La revuelta

Un día después de la publicación de la sanción, el hockey intentaba volver a ser protagonista para los Habs con el partido que enfrentaba en el Forum a los locales con sus rivales directos por el liderato de la fase regular, los Detroit Red Wings. La gente empezó a agruparse en torno al estadio, en principio llevando sus protestas con ánimo festivo, pero cuando parte de la multitud intentó entrar a la fuerza en el recinto deportivo, fueron repelidos por el dispositivo policial y el tono de la protesta cambió a uno más oscuro, donde no bastaba con las pancartas y consignas a favor de Richard y en contra de Campbell.

Manifestantes con pancartas | CBC

Dentro del pabellón la cosa no pintaba mucho mejor, el público a pesar de haber pagado su entrada por asistir a un partido de hockey, parecían ausentes del mismo de un modo que Jack Irvin, entrenador de Montreal declaró después que al público le habría dado igual si hubiesen perdido 100-1 esa noche. Mediado el primer tercio del partido, Clarence Campbell, abonado de los Canadiens, hizo acto de presencia en la grada. El público al percatarse de su presencia empezó a lanzar objetos a donde se encontraba y varias personas trataron de acercarse para agredirle, cosa que consiguió una de ellas, y el colofón del caos, la explosion de una bomba de humo.

Clarence Campbell, abonado del equipo tricolor, no dejó de asistir al partido para reafirmar su impopular decisión ante la afición del Montreal Forum

El jefe de bomberos ordenó la evacuación del edificio “por la seguridad de los aficionados” y Campbell desde la clínica del Forum a donde fue llevado tras la suspensión, dio el partido por ganado a los visitantes.

Todo el mundo del hockey se hizo eco de los hechos de Montreal

El público evacuado se unió a los manifestantes que estaban en el exterior y se desató una ola de violencia contra los coches, el mobiliario urbano y los comercios de la zona que no cesó hasta las tres de la madrugada siguiente. Cerca de cien arrestos y daños generales de cientos de miles de dólares de la época fueron las consecuencias inmediatas de los disturbios. La gravedad del asunto hizo que Campbell y Richard comparecieran ante los periodistas el siguiente día 18 de marzo. Una comparecencia en la que Campbell se reafirmó en todos sus actos, desde la decisión del castigo hasta su asistencia al partido.

Maurice Richard temeroso de que sus palabras pudieran reavivar los disturbios era renuente a hacer más declaraciones al respecto, pero finalmente, a través de una retransmisión televisiva para todo Canadá, leyó un comunicado tanto en inglés como francés en el que aceptó el castigo, y pidió que las energías de la gente y seguidores de Montreal se centraran en apoyar al equipo en la inminente postemporada y que volvería la siguiente temporada para ganar la copa.

Maurice Richard dirigiéndose a la afición para calmar los ánimos tras los disturbios.

Montreal en 1955 perdió la Stanley Cup contra los Red Wings en una final en la que la localía se mostró decisiva, de hecho por primera vez en la historia el título se resolvió con victorias domésticas en los siete encuentros de la misma.

Los Canadiens vieron volar una Stanley Cup que con Richard en el hielo podría haber sido suya

Richard en lo personal, vio como se le escapaba la única oportunidad que tuvo en su carrera de ser el máximo anotador (goles y asistencias) pero se resarciría en el futuro liderando a los Habs en una racha de cinco Stanley Cup consecutivas tras la que se retiró convertido en leyenda de los Canadiens, del hockey y de la comunidad francófona.

Dick Irvin, entrenador de los Habs fue cesado por el gerente general Frank Selke, ya que este último pensaba que el técnico no sabía administrar el carácter de la estrella del equipo y que incluso lo alentaba. Irvin rechazó el puesto vitalicio directivo que le ofreció Selke en reconocimiento a sus años de servicio en Montreal y se convirtió en entrenador de Chicago Blackhawks. Clarence Campbell salió ganador del pulso, pero esta revuelta dejó marca en el legado de su presidencia en la que a pesar de todo, priman los aciertos.

Hoy día, Campbell y Richard, dan nombre a dos trofeos oficiales de la NHL.

El trofeo Maurice ‘Rocket’ Richard | HHOF

Más allá del hockey

Aún con la visión que nos dan los 70 años que nos separan de los hechos, hoy día todavía se discute si esta revuelta era evitable o si de un modo u otro la mecha ya estaba lista para ser prendida por la primera chispa que se hiciera presente. Porque independientemente de lo ocurrido en Boston primero y en los despachos de la NHL después, lo cierto es que la población francófona de Quebec se sentía desplazada por la minoría anglófona. Que la figura de Maurice Richard había trascendido más allá del hockey y que era para muchos quebequenses el vengador en el hielo de las afrentas que recibían y motivo de orgullo de ser quienes eran.

El hockey fue el catalizador de unos sentimientos latentes que tarde o temprano explotarían, no la causa de los incidentes y con ello el inicio de un cambio social en Quebec

Entre los expertos en la historia de Canadá, existe el consenso de que todos estos hechos fueron un inicio de lo que en los años 60 se denominó “La revolución tranquila”, una serie de cambios que sacaron a la sociedad quebequense de unos usos e ideologías más propios de la primera mitad del siglo XX, y que modernizó a su sociedad equiparándola a la del resto de Canadá y forjó el nacionalismo quebequés actual de carácter más cultural y alejando el racismo de su ideario. Nada mal para un deporte.

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